En progreso del evangelio en nosotros.
El apóstol Pablo dice a los corintios: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2ª Co. 10:3-5)
Cuando leemos estos versículos es muy común pensar en el poder del evangelio avanzando por toda la tierra, nos es fácil recordar el progreso del evangelio en el transcurso del libro de los Hechos. Vemos un poderoso avance del evangelio, vemos cómo avanzó por toda la tierra y se impuso contra toda oposición humana y espiritual.
Y esto nos ayuda a cobrar fuerza para seguir la batalla por la evangelización, queremos seguir conquistando almas para Dios.
Pero nos toca hoy reflexionar, más bien, en el progreso interno del evangelio, es decir, en nosotros mismos. Queremos ver introspectivamente, ¿Cómo ha avanzado el evangelio dentro de nosotros?
San Pablo dice que el pecado que mora en la carne se opone a que hagamos la voluntad de Dios. Hay muchas murallas que el pecado ha levantado en nosotros para impedir que el Evangelio conquiste nuestro corazón.
Una de las primeras murallas que el Evangelio procura derribar en nosotros es el Orgullo que nos impide reconocer que no somos ‘buenas personas’, sino pecadores que necesitamos arrepentirnos diariamente.
Otra muralla que el pecado puede edificar en nosotros es el Conformismo que nos impide cambiar, muchos creyentes se encuentran muy cómodos con su vida de pecado y se resisten al cambio.
Pero la biblia por todos lados nos exhorta a ser transformados, a ser renovados, a ser nuevas criaturas, a negarnos a nosotros mismos y a tomar nuestra cruz cada día y a seguir a Jesús.
El Evangelio busca ganar terreno en nuestras vidas, busca conquistar territorio que a veces puede esta invadido por dioses ajenos, el Evangelio busca tumbar las fortalezas que edificamos con bloques de soberbia, busca tomar cautivos nuestros pensamientos y someterlos para que obedezcan a Cristo, nuestros pensamientos que pueden estar obedeciendo a ideologías mundanas, o que pueden estar llenos de banalidad.
El Evangelio procura que nosotros mengüemos para que Cristo crezca en nosotros, busca derribar los argumentos con los que nos auto engañamos diciendo que ‘Dios me ama tal y como soy, él me acepta así’, con tal de no cambiar.
Esta conquista del Evangelio tanto más importante que las victorias o conquistas externas.
A veces queremos ganar a todo el mundo con el Evangelio, pero no nos damos cuenta que el Evangelio no ha terminado de conquistarnos a nosotros mismos.
Como dice el viejo refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, o “Predicador, predícate a ti mismo”.
Reflexionemos en esto y que Dios nos ayude a lograrlo.
¡Que Dios te bendiga!
Copyright © 2023 Palabras de Vida - Todos los derechos reservados.
Usamos cookies para analizar el tráfico del sitio web y optimizar tu experiencia en el sitio. Al aceptar nuestro uso de cookies, tus datos se agruparán con los datos de todos los demás usuarios.